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7/9/17

Las huellas de Francisco*

Por Rubén Bourlot

Aún no era Francisco. Tal vez ni soñaba con serlo. El joven y futuro curita al que llamarían padre Jorge, docente en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, un día de 1965 se arrimó a Paraná, el pago de sus abuelos.
Bergoglio en La Inmaculada
Jorge Bergoglio era el “maestrillo” del colegio jesuita que impartía clases de filosofía y literatura a los alumnos del secundario, era "el profe Carucha". Estuvo en esa ciudad entre 1964 y 1965. Solo dos años pero dejó su sello. 
En ese 1965, durante sus clases de literatura el padre Jorge desafió a sus alumnos del último año para que escribieran cuentos con un resultado tan auspicioso que merecieron su publicación agrupados en un libro. No solo eso. Consiguió que la obrita fuera prologada por el ya afamado Jorge Luis Borges. Nada menos.
Las amarillentas páginas de los diarios de Santa Fe y Paraná informan sobre la presentación del libro “Cuentos originales” editados por el sello local Catellví. Una selección de cuentos de ocho alumnos de Santa Fe y del entrerriano Sereno Oscar Grassi.
Borges escribió en el citado prólogo “Es verosímil que alguno de los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces los bibliófilos buscarán este breve volumen en busca de tal o cual firma que no me atrevo a profetizar”.
La presentación en la capital santafesina se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1965 en el Colegio de la Inmaculada con la presencia de autoridades provinciales, de la institución, Leoncio Gianello y el propio Bergoglio. 

Una carta
Días después, el padre Bergoglio dirige una carta al director de El Diario de Paraná, Arturo J. Etechevehere, para solicitarle la publicación de la “crítica efectuada por la afamada poetiza entrerriana Sofía Acosta (…)”
El libro, explica Bergoglio, “es una compilación de cuentos escritos por alumnos de dicho colegio. Todos ellos cuentan con 17 años de edad y esta publicación es la culminación de un esfuerzo realizado íntimamente entre el claustro de profesores y los alumnos (…)”
Esta carta junto con la crítica de Acosta la publica el periódico el 5 de diciembre. 

El padre Jorge en Paraná
Pero no quedaría así la historia de este libro. Como el propio Bergolglio lo menciona, llegó a ser un Best-seller en Santa Fe, y ese éxito debía traspasar el río, y tal vez fue un compromiso porque uno de los autores era de Paraná. Así, el 18 de diciembre se llevó a cabo la presentación de la obra en el Ateneo “Luis L. Etchevehere”. Para referirse al libro habló la profesora Sofía Acosta y luego Jorge Bergoglio agradeció al Colegio de la Inmaculada Concepción por el esfuerzo de auspiciar el acto. Finalmente Rosita Perino leyó uno de los cuentos.
La presencia del futuro Francisco pasó casi inadvertida. Solo El Diario de Paraná lo nombra. Pero no hay dudas que su visita fue una vuelta al hogar de sus abuelos y de su padre Mario. Escribe una autora sobre esta familia inmigrantes piamonteses, “en Paraná, en la provincia de Entre Ríos, los tres hermanos de Giovanni habían comenzado una modesta empresa de pavimentación que, en poco tiempo, les había permitido comprarse un edificio entero; el único de la ciudad con ascensor.
“El «sueño americano» de la familia, sin embargo, duró poco: la crisis de 1932 se tragó la empresa y los ahorros de toda una vida. Giovanni y Mario lo habían dejado todo y habían recomenzado de cero en Buenos Aires.”(1) 
Aún en Paraná permanece orgulloso este bello edificio conocido como “Palacio Bergoglio”.

Los autores
El libro reúne cuentos de ocho alumnos del quinto año: Rogelio Pfirter (hijo), Carlos Ghiara, Julio César de la Torre, Julio Orlando Peña, José Hernán Cibils, Ubaldo Pérez, Jorge Milia y el parananense Sereno Oscar Grassi con los cuentos “El Viaje”, “El Reto” y “La Enferma”. Sobre el último autor la profesora Sofía Acosta considera que sus cuentos “son técnica y argumentalmente, los mejores entre los catorce de Cuentos originales”. El trabajo era la conclusión de las actividades impulsadas por Bergoglio en su cátedra de literatura que incluían “cursillos” con la presencia de destacados autores como el propio Borges, María Esther de Miguel y María Esther Vázquez.
¿Y qué fue de estas jóvenes promesas? Rastreando un poco nos encontramos que Sereno Oscar Grassi, que llegó a ser un actor profesional en Washington, según lo testimonio la autora citada más arriba, está dedicado a negocios gastronómicos. 
Rogelio Pfirter se recibió de abogado y siguió la carrera diplomática. Fue director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), Director de la Agencia Espacial Argentina (CONAE) y embajador ante el Reino Unido de Gran Bretaña entre  1995 y 2000.
José Hernán Cibils se recibió de Licenciado en Ciencias Políticas y luego se inclinó por los estudios musicales consagrándose como compositor: unas de sus obras, "Pieza para orquesta", fue estrenada en 1985 por la Orquesta Sinfónica de Mendoza, dirigida por Luis Gorelik.
El papa Francisco junta a Yayo Grassi
Jorge Milia, periodista, escritor, poeta. Fue corresponsal militar ante la ONU. Colaboró en distintos medios del país.
Carlos Ghiara, empresario dedicado al turismo en Santa Fe.
Julio César de la Torre, radicado en Venezuela con varios premios en el rubro Ensayo. Su investigación "Algunas constantes estéticas en la narrativa de Vladimir Nabokov" fue distinguido con el primer premio en el VIII Concurso Anual de Literatura (Año 2000), de la Universidad Central de Venezuela.
Ubaldo Pérez se encuentra radicado en Alemania, profesor, filósofo, escritor y cantor de tangos. 
Julio Orlando Peña se dedica a la paleontología en el Museo de Ciencias Naturales de Paraná y ha escrito artículos de divulgación referidos a su especialidad.

(1) Lucia Capuzzi, Rosa de los dos mundos La historia de la abuela del Papa Francisco.

Fuentes y bibliografía:
El Diario, Paraná, 5, 17, 18 y 19 de diciembre de 1965.
El Litoral, Santa Fe, 19 de noviembre de 1965.
Lucia Capuzzi, Rosa de los dos mundos La historia de la abuela del Papa Francisco, Palabra, 2015.
Publicaciones varias del Colegio de la Inmaculada de Santa Fe.

*Publicado originalmente en la revista Orillas.

18/3/13

Francisco de Finisterre


Por Rubén Bourlot
Un papa argentino, latinoamericano. Un jesuita. Una conjunción sorpresiva e inquietante. El papa venido de lejos, de la América hispana con una larga tradición católica. La comunidad de católicos más numerosa de la ecúmene. El catolicismo en nuestra América es uno de los elementos aglutinadores de la nacionalidad continental, una nacionalidad que se fragmentó a partir de los procesos emancipadores del siglo XIX. San Martín, Bolívar, Artigas, entre otros soñaron con mantener la unidad de los pueblos que emergían luego de tres siglos de dominación española. No pudo ser.
Hoy, dos siglos después, por primera vez un pastor de este lado del mundo llega a Roma, en un momento histórico de visibles cambios en Latinoamérica. No es casual.
No es casual que en medio de la crisis europea, no sólo económica y financiera, y del propio estado Vaticano, la elección recaiga sobre un representante del “fin del Mundo”. Son signos significativos que sobrepasan sobradamente a  la figura individual de Jorge Bergoglio.  Otro signo que puede señalar un nuevo tiempo en la Iglesia hacia su interior y hacia el Orbe es que el nombramiento haya recaído en un jesuita, la orden fundada por Ignacio de Loyola con fuerte arraigo y meritoria labor en América, diezmada después por las intrigas políticas europeas.
Es natural la espontánea alegría de los pueblos americanos frente a este suceso extraordinario. La esperanza de las mayorías no da lugar a especulaciones ni prejuicios. No por eso hay que esperar abruptos cambios de rumbos en una institución milenaria. La Iglesia es naturalmente conservadora.  A los cambios los produce muy lentamente. En esta característica reside su permanencia en el tiempo. Si no hubiera sido así ya no existiría más entre nosotros. No es la secta rebelde de los tiempos de Cristo, que combatía en absoluta minoría frente a la hegemonía religiosa de la época y podía permitirse echar airadamente a los mercaderes del Templo. 
Tampoco se le puede pedir que acepte cambios que vayan en contra de su doctrina y de su tradición milenaria.  Que incorpore las novedades, que más que cambios son modas, como le solicitan algunos grupos minoritarios autoproclamados voceros de la “opinión pública”. Sólo cuando la comunidad, como pueblo de Dios, hace suyo los cambios se puede pedir que las instituciones los incorporen. El rock, demonizado en un tiempo por la institución, hoy tiene a un cura rockero (el padre César) que le canta loas a nuevo Papa ( http://youtu.be/sHuMP4KAEew ).
Que un papa latinoamericano predique desde Roma es un poco invertir la ecuación histórica de la evangelización. Así como hace cinco siglos vinieron los pastores europeos a conquistar fieles a América, hoy podemos decir que el pastor Francisco va en busca de los fieles descarriados de la maltrecha Europa, no tanto en lo económico como en lo espiritual. Es el mundo emergente, tal vez la reserva poblacional y espiritual del Mundo, el que lleva el mensaje de las  buenas nuevas al mundo casi decrépito que se muestra como el del desarrollo económico.
Francisco, un papa jesuita con nombre de franciscano. Franciscano con la sencillez y la pobreza del santo de Asís. Pero también es el nombre de Francisco Solano, el misionero que predicaba a los indios con la guitarra y el violín como sus únicas armas.
Y para los detractores que hurgan debajo de las alfombras, en los bajos fondos para encontrarle las máculas al padre Jorge cabe mencionarle lo de la primera piedra y tal vez no quede ningún testigo, sólo la mujer adúltera. La pecadora. Hay que decirles que también de un oscuro pecador salió el santo Agustín, el africano. Hay que decirles que la piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser la piedra angular.  O como decimos los entrerrianos, el horcón del medio, el que sostiene toda la estructura.
Ojalá Francisco sea esa piedra angular que de vigor a un nuevo tiempo. Que, como decía Bismarck, sea tan grande como la ola que ruge bajo sus pies. 
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