31/3/10

Hace 200 años: El zapatismo entrerriano

Por Rubén Bourlot
Finalizaba el año 1810 plagado de sucesos en la costa del Uruguay. La revolución había conmovido todos los estamentos de la sociedad colonial. Las villas de Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú estaban comprometidas con el nuevo gobierno que se alzaba contra las inoperates monarquías europeas. Es por esa razón que los realistas que resistían en Montevideo enviaron una expedición naval al mando de Juan Ángel Michelena para retomar el control del río Uruguay. Pero no contaban con el patriotismo de los gauchos entrerrianos que encabezarían las primeras montoneras. En esta circunstancia se hace presente el “el esforzado paisano D. Bartolomé Zapata” como lo califica La Gazeta de Buenos Aires. Fue “el primero que dio el grito de libertad en esta provincia contra las fuerzas españolas, en número muy considerable y protegidas por su escuadra” destaca una crónica del siglo XIX.
Bartolomé Zapata era oriundo de Gualeguay pero poco más es lo que se sabe de quien fuera uno de los primeros caudillos entrerrianos. Humberto Vico escribe que era “un respetable hacendado de la campaña” y agrega “poco sabemos de Bartolo Zapata, como le decían”. Breve pero significativa fue su actuación que logró la liberación de las tres ciudades de la provincia que por su adhesión al la Junta revolucionaria habían sido ocupadas por las tropas realistas. “Aparece en diciembre de 1810 en la escena al frente de una partida de 25 húsares, confiada por el General Rodríguez, junto con paisanos armados a su costa [...]”, agrega el autor citado.
Michelena, desde Paysandú traspasa el Uruguay y el 6 de noviembre de 1810 procede a la toma de Concepción del Uruguay, lo que provocó el retiro de Díaz Vélez hacia la Bajada con el objeto de no someter sus escasos recursos a una derrota segura. El cabildo fue renovado totalmente con miembros fieles a Michelena y los criollos sospechosos de adherir a la Junta son puestos en prisión y luego enviados a Montevideo. El resto de la población que no le rendía pleitesía al invasor optó por internarse en los montes de los alrededores.
En el interior los criollos procuraban organizarse para enfrentar al enemigo con los recursos que poseían y aprovechando la ventaja del conocimiento del terreno. En diciembre Zapata al frente de 25 hombres marchó desde la Bajada a la costa del Uruguay para hostigar al enemigo en cumplimiento de directivas de Martín Rodríguez. Este primer intento fracasó pero los paisanos no se amilanaron. En febrero Zapata encabezó una partida que expulsó a los realistas de la villa de Gualeguay. La Gazeta de Buenos Ayres publica los partes del “esforzado paisano D. Bartolomé Zapata, por cuyo valor, y laudable patriotismo tenemos ya unidas, y subordinadas a esta capital las villas del Gualeguay , Gualeguaychú y Arroyo de la China, de donde trae su fecha el último: habiendo huido precipitadamente los europeos que las oprimían á la sola proximidad de cincuenta y dos hombres libres , que animados únicamente de la justicia, y sin mas armas que las de su manejo (el lazo y el cuchillo) buenos caballos , y el terror de que siempre está sobrecogido el opresor; se resolvieron auxiliar la indefensión de sus hermanos contra los últimos esfuerzos del poder”. La toma de la ciudad se hizo con el concurso de una fuerza compuesta por “52 hombres, que a mi costa, con sacrificio de mi pobreza, con mis persuasiones, influjo, y otros arbitrios, pude reunir con el alto fin de defender á costa de nuestra sangre”, escribe Zapata. “Es verdad – agrega -, que en esta villa no hubo resistencia alguna para su reconquista: pero lo mismo hubiera sido, que la hubiese habido. A todo estábamos dispuestos”. El caudillo actuó en todo momento con la precaución de no teñir con los excesos de la venganza este heroico acto. “Yo confieso, Exmo. Sr., que me acaloré en tanto extremo por vengar esta sangre, que me fue de sumo trabajo el moderar mis acciones, y las de los míos cuando llegó el caso de apoderarme de esta villa". De Gualeguay la montonera marchó a Gualeguaychú donde lo esperaba el caudillo local de Gregorio Samaniego y la villa fue recuperada sin dificultades ante la huída de los realistas.
El 8 de marzo Zapata fechó otro parte dando cuenta de la recuperación de Concepción del Uruguay. En el mismo ponía de manifiesto las tropelías cometidas por los españoles “teniendo en prisiones hasta las mujeres, y niñas solteras, que manifestaban adhesión a la Suprema Junta contra quien se había publicado la guerra, y se cantaban versos públicamente”. Y agregaba que “no tuve pecho para aguardar las órdenes de V. E.”, decidiendo la continuidad de las acciones. Para este fin contó con la colaboración de Basilio Galván y el comandante Arellano, “hombre de mucho valor y resolución, en cuyo grado suplico a V. E., que lo confirme, pues mantiene en su compañía cien hombres”.
El 6 de marzo, ante la amenaza de los patriotas, los realistas evacuaron la villa rumbo a su reducto en Montevideo.
La actuación de Zapata que hacía vislumbrar un futuro de gloriosos servicios para las armas de la patria, con un prestigio ganado en las escasas jornadas de lucha que le tocó enfrentar, se malogró rápidamente por un episodio tal vez menor. A los pocos días de la llegada a Concepción del Uruguay el caudillo cayó herido mortalmente en un enfrentamiento con el teniente Mariano Zejas que pretendía arrestarlo, según una versión, por orden del coronel Francisco Doblas, con quién mantenía una disputa por el cargo de Comandante interino.

15/12/09

La época del automovilismo familiar

Por Rubén Bourlot


El automovilismo entrerriano tuvo su época de mayor gloria y repercusión social en las décadas de 1950 a 1970 con el desarrollo de las competencias de Fórmula Entrerriana, que se inició como Fórmula Ford T y luego Fómula 5. Fue una época donde toda la familia estuvo involucrada en un espectáculo penetraba mucha más allá del ámbito puramente “tuerca”.
Merece un párrafo mencionar lo orígenes de esa pasión. En 1926 se habría corrido la primera competencia en Entre Ríos con autos Ford T en un trayecto rutero entre Paraná y Viale. Pero es en 1935 cuando se inicia formalmente esta disciplina con la Vuelta de Entre Ríos que ganaron los paranaenses Bienachi y Gutiérrez.
A fines de la década las competencias se generalizan y aparecen los primeros ídolos como Martín Giraudo de Colón y Martín Vidal de San José.
Después del paréntesis obligado provocado por la Segunda Guerra, se reinician las competencias y ya se va delineando lo que luego sería la fórmula Ford T, con nuevas figuras como Américo Durandó, Luis César Castelli y Carlos Godoy, en otros.
En 1950 se organiza la actividad con al creación de la Asociación Entrerriana de Volantes Categoría Ford T. En 1955 nace la Unión de Volantes Entrerrianos (UVE) que sería la protagonista casi excluyente del automovilismo en la provincia y que se consolidaría a partir de 1960 cuando se hicieron cargo de la conducción los hermanso Raúl y Alcides Scolamieri.
En este periodo se destacaron corredores como Vicente Linares, Ricardo Jaurena, Gerstner, Jorge Ravassi, Von Wernik, Alfredo Scattone.
La preparación de los coches era una verdadera odisea. Todo se hacía de manera artesanal en los talleres sostenidos económicamente por la “peñas”. Los ya viejos Ford T se reformaban a “lima e ingenio” sacándole revoluciones a los motores “agujereando o rasurando las bielas, o realizando el cambio de cigüeñal por el de Ford B, fabricando pistones de aluminio recubiertos con una chapa remachada para pasar por legítimos de fundición”, como cuenta una crónica.
Los circuitos eran de tierra, situación que perduró hasta bien entrada la década de 1970, donde sólo se subía al asfalto cuando de corría en Paraná o Concordia. De este período se cuentan los trazados de “Salvia” en San José, el “Mena” de Concepción del Uruguay, “Águilas mecánicas” de La Clarita, entre otros donde se corrían más de veinte fechas por temporada. “Cada reunión agrupaba un gran número de participantes (en 1974, en el Gran Premio Coronación, que se corrió en el circuito de Concepción del Uruguay, hubo 62 pilotos habilitados para tomar parte de la prueba, de los cuales clasificaron 54)”
La presencia del público era multitudinaria, y particularmente de las familias, y sin dudas era el espectáculo más concurrido con más de 10.000 personas en cualquier carrera, y donde se destacaban verdaderas “hinchadas” que seguían a un determinado corredor. Hacia fines de la década de 1960 y principios de los 70 brillaban conductores como Próspero Bonelli y Reynaldo Baccalluzzo de Concepción del Uruguay, Jorge Ravassi de Colón que insistía con su milagrosa Ford T preparada en su propio taller, capaz de pelear de igual a igual con los nuevos motores Renault, Dodge, Peugeot. También estaban Héctor “Tino” Niemitz de Paraná, Oscar Riffel de Viale, Raúl Grinóvero, “Cacho” Scarazzini de Villa Elisa, José Luis Gallo de La Clarita.
Capítulo aparte merecen las trasmisiones radiales que ampliaron considerablemente el público involucrado. Las trasmisiones la escuchaban religiosamente quienes no tenían la posibilidad de asistir al autódromo. Los equipos más conocidos eran los que encabezaban Martín Bustamente, primero por CW35 de Paysandú y luego por LT 14 de Paraná, Jorge Eduardo Scarinci por LT 15 de Concordia. Por la radio de Concepción del Uruguay trasmitía el equipo Pista 11, primero encabezado por Horacio Palassoli y después por Enrique Pontelli. Una radio de menor alcance pero de gran popularidad en las trasmisiones de automovilismo fue LT 26 de Colón con los relatos polémicos de Eduardo Pedro González, conocido como “La Mona”.

9/11/09

El grupo periodístico de la familia Etchevehere

Rubén Bourlot
Desde hace algún tiempo ganó los titulares de los medios el tema de la concentración de medios periodísticos, vinculado a la sanción de la nueva ley de medios audiovisuales. El tópico no es nuevo y tampoco ajeno a nuestra provincia, que cuenta con varios grupos multimedios, con dimensiones más reducidas, por cierto, que las que circulan a nivel nacional.
Un caso es El Diario de Paraná, propiedad de la familia Etchevehere, que de alguna manera se fue constituyendo en un grupo de prensa gráfica que tuvo y tiene en su poder una serie de medios locales en Entre Ríos.
La historia que vincula la familia con los medios se remonta a 1882 cuando se funda el La Paz el trisemanario El Departamento que contaba como redactor a Sebastián Etchevehere.
En el nuevo siglo, Luis L. Etchevehere, quien llegara a ocupar la gobernación de Entre Ríos en el periodo 1932-1935, en 1910 dirigió un periódico con el título de El Diario que auspiciaba la candidatura a gobernador de Prócoro Crespo. Posteriormente, con el mismo nombre se fundó en 1914 un diario vocero de la Unión Cívica Radical, que fue puesta bajo la dirección de Etchevehere y con los años el medio pasó a manos de la familia.
En 1975 se produjo en Gualeguay la fusión de los diarios El Debate (fundado en 1901) y Pregón (fundado en 1945) que comenzó a circular bajo la dirección de Alberto Lagrenade y Arturo J. Etchevehere. En 1977 el periódico Crisol de Victoria, fundado en 1947, se puso bajo la dirección de Daniel Sobrero y Arturo J. Etchevehere.
En 1978 la empresa familiar inició la publicación, en Nogoyá, del diario La Acción, segunda época del diario del mismo nombre que circulara en Paraná desde 1912. Primero fue dirigido por Carlos Contín y Arturo J. Etchevehere y a partir de 1998 por Luis Miguel Etchevehere.
En 1980 la familia Echevehere fundó el diario Concordia en la ciudad del mismo nombre, en los primeros momentos bajo la dirección de Mario Alarcón Muñiz, luego a cargo de Arturo J. Etchevehere y posteriormente de Ivar Etchevehere. Dejó de circular en la década de 1990.
En el 2000, en Paraná se lanza un segundo diario por parte de la editora familiar, Región que circuló unos pocos años.

26/10/09

Un entrerriano en la Patagonia rebelde

Por Rubén Bourlot
En 1921 la Patagonia estaba convulsionada por la huelgas de los peones, impulsada por los anarquistas, acontecimiento que describe con maestría Osvaldo Bayer en su libro La Patagonia Rebelde. Y en esos entreveros estuvo un entrerriano del los montes del Montiel*, Don José Font, también conocido como “Facón Grande”. Font llegó a la Patagonia alrededor de 1905, y entre otras actividades se dedicó al oficio de carrero haciendo el recorrido entre Puerto San Julián y los lagos Posadas y Pueyrredón. Era muy habilidoso en la doma y también en la construcción de casas. Era el carrero más respetado por los estancieros por su honestidad y generosidad. Vestía como paisano, bombachas, alpargatas, ancha faja negra a la cintura con su famoso facón cruzado. El estanciero Iriarte lo había llevado de Entre Ríos como domador.
Con el tiempo, logró establecerse en un campo propio en Bahía Laura, pero un comisario famoso por sus actitudes violentas lo quiso desalojar, a lo que Font hizo caso omiso. El comisario lo detuvo, lo hizo lonjear y le destruyó las instalaciones de su campo. De nuevo en libertad Font volvió a su oficio de carrero.
Cuando se produjo el gran levantamiento patagónico de 1921, las peonadas alzadas lo fueron a buscar. Era el único hombre con una autoridad moral ganada por su conducta. Él se negó varias veces, tal vez previendo la tragedia y sabiendo la fuerza de los poderosos. Pero al final se largó. En él bullía la sangre calentada a longazos por la policía, instrumento de los que tenían y querían más.
Una vez declarada la huelga, “Facón Grande” se dedicó a reclutar gente de las estancias y caballadas. Luego se fue arrimando hacia la costa. Se dio cuenta de que el dominio de la red ferroviaria de Puerto Deseado a Colonia Las Heras podría haber sido decisivo para el triunfo. Pero en ningún momento lo logró plenamente. El movimiento multitudinario se lo impidió. Fueron de un lado a otro, masivamente.
Imagen gentileza de Julio Oscar Blanche
Además, José Font no tenía ni don de mando ni sentido táctico ni estratégico. Él conversaba con la gente. Siempre conversaba y pedía consejos. Sin demostrar debilidad en ningún momento, pero temeroso de que los que lo han elegido crean que él quería sacar algún provecho de su situación.
Una de las columnas de “Facón Grande” se dirigió a Colonia Las Heras, punto terminal del ferrocarril de Puerto Deseado. Allí la Liga Patriótica se había organizado para la defensa, mientras las mujeres y los niños emprendían viaje hacia Comodoro Rivadavia.
El grupo en el que operó “Facón Grande”, estaba compuesto de unos 350 a 400 hombres y maniobró en Puerto Deseado.
El represor teniente coronel Varela y sus hombres los esperaban. Facón Grande viajaba en un automóvil acompañado de una columna de vehículos. Cuando vieron a los efectivos gubernamentales se dispusieron a enfrentarlos. Varela los recibió con una descarga cerrada, creyendo que eso bastaría para que los huelguistas bajaran y levantaran los brazos en señal de rendición. Pero ante su sorpresa, no ocurrió así, sino que éstos hicieron pie en tierra y contestaron con fuego de metralla, generalizándose un intenso tiroteo.
En ese momento “Facón Grande” ocupó el terreno y comprendió que había luchado contra el ejército y no contra la policía. El teniente coronel Varela retrocedió hasta Jaramillo.
Facón Grande procuró llegar a una solución negociada del conflicto, para lo cual intervino el gerente de “La Anónima” de Pico Truncado, Mario Mesa, quien se hallaba de rehén con la gente de “Facón Grande”. Mesa conversó largamente con Varela y regresó a Tehuelches para decirle a “Facón Grande” que Varela aceptaba los puntos sugeridos pero primero exigía la rendición de todos los huelguistas y la entrega de las armas. Mesa ofreció la garantía de su palabra de que serán respetadas todas las vidas humanas. En la asamblea obrera que se realizó a continuación, “Facón Grande” aconsejó la aceptación de la propuesta de Varela. Y el 22 de diciembre organizaron la rendición, en la estación Jaramillo.
Como gesto de buena voluntad, los huelguistas dejaron sus cosas en el suelo y entregaron la caballada. A “Facón Grande” lo aislaron junto al galpón de la estación. Él no tuvo un pelo de zonzo y se dio cuenta en seguida, porque pese a que pedía hablar con Varela éste no lo recibió y lo mantuvo custodiado; además, le hizo quitar la famosa daga, el facón grande. “Facón Grande” era en ese momento era nada más que José Font, pero con altanería solicitó que se cumpla lo pactado. El enemigo respondión con golpes hacia la persona de Font. Este, entonces le gritó a los soldados que lo custodiaban que le digan a Varela que él lo desafiaba a pelear con cuchillo, delante de todos, para ver si era tan valiente como dicen. Como única respuesta Varela lo hizo atar de pies y manos para lo cual lo voltearon al suelo.
Dos suboficiales y dos soldados lo cargaron a la caja de un camión como si fuera una bolsa de papas y se lo llevaron. Le quitaron las ligaduras y lo pusieron contra unos bretes. Enardecido dijo que esa no era la manera de tratar a un hombre, que uno por uno se animaba a pelearlos a todos aún con las manos atadas. Sin facón, sin chambergo y sin la ancha faja negra que usaba en la cintura lo pusieron frente al pelotón de fusilamiento: las balas le atravesaron el cuerpo mientras él trataba de que no se le resbalaran las bombachas. En la primera descarga ni se movió. En la segunda cayó de rodillas y fue el final.

* Según Julio Oscar Blanche de La Paz "José Font alias Facón Grande nació en Cataluña, España en el año 1881, llegó a este país junto a su padre, tambien llamado José Font y su madre Petra Perez en el año 1885, se instalarón en el distrito Tala, en el departamento Uruguay, el padre fue en su país un dirigente anarquista, en Tala fue agricultor. Facón Grande se jactaba de ser entrerriaano, y cuando se refería a Montiel era a la Selva de Montiel."

7/10/09

Indios de ayer y de hoy

Por Rubén Bourlot
Hace más de quinientos años la burguesía europea se lanzó a la aventura de los mares, a la conquista de nuevas rutas, de nuevos espacios.
A un humilde y empecinado genovés le tocó realizar el gran hallazgo. Un tres de agosto de 1492 partió de Palos de Moguer con tres embarcaciones que hoy nos parecen de juguete; se lanzó al gran Atlántico plagado de monstruos, de vientos misteriosos, de islas legendarias ...
Al cabo de dos azarosos meses arribó a tierras extrañas. El Gran Capitán nunca supo la real dimensión de su hallazgo. Las mentes simples de los navegantes vieron en estos lares a las codiciadas Indias e "indios" fueron sus habitantes. Pero no era así: un enorme territorio y un inconmensurable mar irrumpían en el mundo europeo de la época. Los hombres de ciencia no podían entender; América no encajaba en sus planes, en sus mapas no había espacio. ¿Y el indio?, ¿qué era eso que llamaban indio? A pesar de las evidencias no lo podían considerar hombres completos porque todo lo de América era inferior: los leones calvos, los perros no sabían ladrar. Por algo sería que en América había más monos que hombres diría Voltaire. Por lo tanto se ocuparon de clasificarlo en la escala zoológica y lo bautizaron con un latinismo: "Aborigen".
Después vino el sueño imperial; el sueño del espacio hispanoamericano. Vinieron curas de sotana medieval, soldados hidalgos cargados de hierro, fundadores con cruces y espadas. Pero el sueño no pudo ser; España se ahogó en el oro de América. En tanto otros europeos preparaban otras conquistas. En el norte americano los ingleses arrasaban con indios y con búfalos sin preguntarle a Dios.
Hoy los hombres simples de la América morena, que tiene mucho de indio y otro tanto de español y de africano, guardan con celo lo que legó España: Dios y la palabra. De los indios también tienen ritos, pobrezas y rebeldías Algunos hombres blancos, en cambio, hoy tampoco entienden y se refugian en discusiones de hace quinientos años. Son hombres blancos defensores de indios. Con cruel ironía frente a la casa del defensor de indios pasa un ciruja con su carrito. A pesar de su rostro cobrizo y su aire aindiado el hombre de ciencia no repara en él; está para cosas más importantes.
Quizás dentro de quinientos años aparezcan hombres de ciencia que se pongan a estudiar los restos fósiles del ciruja y su carrito, de ese hombre con ancestros indios y españoles, que vive aquí cerquita en una casilla de chapas. Pero será quinientos años tarde.

Publicado originalmente en Semanario Hoy, C. del Uruguay, 26/09/1993

26/8/09

Crónica de una escuela sola

Por Rubén Bourlot

Esta es la semblanza de una escuela de campo que floreció y se marchitó a lo largo del siglo XX, al compás de los vaivenes del auge y decadencia de la población rural. Es la crónica del destino de un sinnúmero de establecimientos diseminados por la provincia.
Lo que nos ocupa es la ex escuela primaria Nº 17 “Justo José de Urquiza” de colonia Las Achiras, departamento Uruguay, que fuera clausurada en 1982 por falta de matrícula.
El establecimiento fue formalmente fundado en 1904 por pedido de los vecinos encabezados por Carmelo de Urquiza, hijo del General Urquiza, quien adquiere un terreno de 5 hectáreas al vecino Antonio Piñón – propietario de un Almacén en las cercanías -, y lo ofrece en donación para levantar el edificio escolar, con la condición de que lleve el nombre de su padre. En 1905 se forma una comisión de edificación constituida por Carmelo de Urquiza, presidente, Antonio Piñón, secretario, Silverio Casse, secretario, Francisco Amarillo y Eugenio Paccot.
El terreno se localiza en un sector denominado Colonia Carmelo, aunque los vecinos continuaron llamándola Las Achiras, en el distrito Molino. Para abril de 1905 los vecinos ya habían reunido $ 1.700 en dinero y material para la construcción, y en mayo el Consejo General de Educación, presidido por Manuel Antequeda, resuelve el llamado a licitación que se adjudica la firma Domingo D'Affarra y Cía de Concepción del Uruguay, con un presupuesto de $ 5.750.
La obra comienza en agosto de 1905 y finaliza en abril de 1906. Se trata de un edificio con dos aulas y habitaciones para los maestros. El frente recuerda a la Casa de Tucumán con su puerta de estilo colonial y las columnas simuladas a sus costados.
En los primeros años concurrían unos 120 alumnos, lo que da una idea de la importancia de la iniciativa. Para atender a los niños se nombra directora a Emilia Micheli, que renuncia pocos meses después y es sustituida por Ana Otero.
Pero no todo termina felizmente, ya que en diciembre de 1906 un ciclón destruye parte del edificio: vuela el techo del aula y lo arroja a unos 10 metros de distancia, se caen algunas partes de las paredes y se aflojan los techos de las habitaciones del frente. Nuevamente los vecinos inician penosas gestiones para la reconstrucción que culmina a fines de 1907. En tanto las clases se dictaban en la galería que había conservado su cubierta intacta.
También en la escuela funcionaba la biblioteca popular Bernardino Rivadavia.
A lo largo de su casi ochenta años de existencia, entre las docentes que dirigieron el establecimiento durante varios años se cuentan María Plazaola, Delia Capurro de Addy y Sara de la Cruz.
Hoy el noble edificio escolar permanece en pie a modo de mudo testigo de nuestro pasado
.

25/8/09

Arturo Sampay, constituyente entrerriano


Por Rubén Bourlot
Arturo Sampay, convencional constituyente en 1949, nació en Concordia, Entre Ríos y fue alumno del prestigioso Colegio Nacional Justo José de Urquiza de Concepción del Uruguay.
Sampay junto a Luis Alberto de Herrera
Era hijo de Fernando Sampay y nieto del inmigrante vasco francés Enrique Sampay y de Clementina Denis, nieta de Gregoria Pérez de Denis que tuviera un destacado papel de apoyo a la expedición de Manuel Belgrano cuando recaló en Paraná de paso al Paraguay. Enrique Sampay se afincó en un campo de Feliciano. Posteriormente, su hijo se radicó en Concordia, donde nació Arturo en 1911.
En 1930 ingresó a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Plata de donde egresó como abogado y doctor en ciencias jurídicas. Luego continuó estudios en Europa.
En 1936 escribió un trabajo de análisis de la Constitución de Entre Ríos reformada en 1933 en donde expresa que “en su parte dogmática tiene en cuenta los derechos sociales del hombre y traza un amplio plan de legislación obrera…”
Es autor de numerosos libros y artículos relacionados con el derecho y el constitucionalismo, entre otros “La crisis del Estado de Derecho libera-burgués”.
Placa recordatoria en Casa de Gobierno de E. Ríos
En 1949 fue electo convencional constituyente por la provincia de Buenos Aires en representación del partido Laborista. Durante la Convención fue uno de los convencionales más destacados como miembro de la Comisión redactora, en donde sostuvo los principios rectores de la reforma que incluyeron los derechos sociales, la soberanía del estado sobre los recursos naturales, la función social de la propiedad, entre otros aspectos.
Lamentablemente, por la intolerancia política vigente en la provincia de Buenos Aires, en 1952 tuvo que marchar al exilio, y continuó en la proscripción a partir de 1955, tras la caída del peronismo. En 1958 retornó al país y continuó con su fructífera producción hasta su muerte en 1977.

24/8/09

La Solapa y los gurises

Hace unos años en un taller de lecturas y narraciones que se realizaba en el Museo de la Ciudad "C.B. Pérez Colman" de Paraná, ante la lectura de "La Solapa" de Romeo A. Lógica, niños de distintas escuelas de la ciudad de Paraná volcaron con la sabiduría que solo los niños pueden alcanzar, estas imágenes que pretender develar el misterio de cuál es la verdadera imagen de la Solapa, nuestro querido duende.


Gentileza de Laura Vásquez

18/8/09

Apuntes para una nueva escuela

Por Rubén Bourlot

Un nuevo modelo de educación desde la persona que aprende.
Estos son algunos apuntes para iniciar una discusión. Invito a los colegas y no colegas a comentar y aportar a estas ideas poco ortodoxa y tal vez utópicas.
A lo largo de más de un siglo la ley 1420 cumplió con su cometido de alfabetizar a los argentinos, integrarlos socialmente, cohesionar a una población heterogénea como consecuencia de las oleadas inmigratorias de diverso origen y prepararlos para la vida ciudadana. “Educar al soberano” era la consigna sarmientina no exenta de prejuicios para con los sectores sociales más desposeídos del interior. También tuvo una misión “civilizadora” con la incorporación de contenidos europeizantes, que constituían el ideal del régimen político y de los intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX.
Con el tiempo la eficiencia del sistema educativo se fue deteriorando. La escuela no acompañó los cambios económicos y sociales. Se intentaron reformas y parches pero con escasa efectividad.
Antigua escuela rancho del departamento Gualeguay
Finalmente, y luego de prolongados debates se logró cambiar la ley 1420 por dos proyectos aprobados en pocos años – 1993 y 2006 –. La denominada Ley Federal de Educación, sancionada al calor del veranito neoliberal, resultó un rotundo fracaso. La actual ley de educación, sancionada en 2006, no termina de consolidarse. Es un proyecto a medias que no ataca los problemas de fondo.
Es hora de pensar en una nueva escuela con un criterio innovador y audaz, como lo hicieron quienes crearon la Ley 1420. La educación debe ser prioridad absoluta y por ello no se deben escatimar esfuerzos presupuestarios, con la convicción de que se trata de una inversión con resultados inmediatos y futuros.

Hay que cambiar el paradigma
Hay que pensar en una educación a partir de la persona que aprende en unidades de aprendizaje según sus capacidades y grado de maduración. No hay tiempos rígidos para aprender, no hay etapas de la vida determinadas para aprender. Siempre se aprende. No se puede encorsetar el aprendizaje en grados y ciclos lectivos anualizados. Como no hay dos personas iguales, cada persona va madurando a ritmos distintos. Para que una masa leude hay que darle un tiempo, no se puede forzar el proceso. Entonces, ¿por qué forzar el aprendizaje uniformando los tiempos y contenidos? Tampoco hay dos personas a las que les interese exactamente lo mismo o con idénticas habilidades para todas las áreas de aprendizaje.
No hay que pensar a las instituciones educativas asimiladas a un edificio, un lugar físico. No debe existir más el aula como un espacio que Foucault caracterizó como lugar de encierro, vigilancia y castigo, tal vez un exceso pero que hoy ya no tiene ningún sentido. Los medio que hoy tienen las personas para aprender son muy distintos a los existentes hace dos siglos cuando se inicia la escuela moderna, la que imaginó la ilustración para popularizar el acceso al conocimiento. La revolución digital dejó en una situación marginal a la institución escolar. El panóptico de Foucault ya no necesita de una institución de “encierro” para vigilar. Ahora la vigilancia penetra todos los intersticios de la vida cotidiana borrando la línea divisoria entre lo público y lo privado.
La escuela como está estructurada, el papel del docente quedó al margen y por más artefactos tecnológicos que se agreguen a las escuelas, no se va a lograr dar el gran salto hacia un nuevo modelo. Será solo emparcha lo viejo e ineficaz.

La verdadera inclusión
Se deberá garantizar una educación de calidad para todos los habitantes, independientemente de su ubicación geográfica, el nivel socioeconómico, etc.
No deberá haber diferencias entre escuelas del "centro" y de los barrios. El estado debe asegurar la educación mediante el sistema público estatal y, subsidiariamente, a través de iniciativas educativas no estatales. Se aplicarán medidas compensatorias para sectores con carencias de aprendizaje y económicas. Se garantizarán las mismas posibilidades para los sectores rurales.
Los diseños curriculares de todos los ciclos se deberán articular a partir del conocimiento de la realidad inmediata y concreta, partiendo de lo local, regional, latinoamericano y universal. Se ofrecerá una formación humanística y la capacitación específica para la inserción en el mundo del trabajo y el acceso a la universidad.

La persona que aprende
El sistema se centrará en la persona que “aprende” de la familia, de la comunidad, de las instituciones y del docente que facilita y aporta sus saberes. Se sustituirán conceptos como escuela “primaria”, “secundaria”, “media” por una estructura de Educación Obligatoria conformada por tres ciclos: Aprendizaje preescolar (desde los 45 – 60 días hasta los 5 - 7 años), Aprendizaje Básico (de aproximadamente los 6 años de duración) y Aprendizaje Orientado - Especializado (de aproximadamente 6 años de duración). De carácter no obligatoria será el ciclo de Formación Profesional Universitario. El ciclo de Aprendizaje Orientado - Especializado comprenderá escuelas especializadas en las modalidades Técnica, Agrotécnica y Administración contable; y orientadas en las modalidades Humanística, en Ciencias Naturales, Artística y complementarias: de adultos, especial, etc.
Se asegurará una asignación por escolaridad y la ayuda escolar anual que cubra una canasta escolar que comprenderá los costos de útiles y vestimenta escolar. Estas asignaciones que perciben los empleados en relación de dependencia se extenderán a los sectores de bajos recursos sin empleo formal o cuentapropistas.

Ciclos sin grados
Se suplantará la educación graduada por una estructura de niveles, seis en cada ciclo, que el alumno irá superando a medida que logre objetivos, independiente del tiempo. Se sustituyen los bimestres, trimestres por módulos de aprendizaje. De esta manera se respeta el ritmo de aprendizaje de cada persona y se eliminan los recuperatorios, los exámenes previos y la repitencia.
En forma progresiva se implementará el sistema de Aulas temáticas específicas de cada asignatura o área de asignaturas afines. Por lo tanto las comisiones de alumno/as no tienen un aula sino que rotan por los distintos espacios.
Todos los aprendizajes contendrán un componente teórico y otro práctico que se desarrollarán en jornada completa, asimilando el actual modelo de escuelas técnicas. Por lo tanto se podrá destinar media jornada para los aprendizajes teóricos con asistencia en las aulas, y en otros casos, a distancia, donde el alumno permanece en su hogar conectado mediante chat, redes sociales, etc. y realiza actividades monitoreadas por el docente a distancia, con el cumplimiento de horarios preestablecidos. En la otra media jornada el alumno asiste al respectivo espacio para la cursar la parte práctica o actividades grupales junto a los docentes. Estos espacios podrán estar localizados un sitio común o en distintos lugares dentro de un radio geográfico. La unidad educativa ya no estará identificada con un edificio y los espacios (talleres, laboratorios, etc.) podrán ser compartidos por distintas unidades educativas.

Régimen docente
Los docentes de todos los ciclos tendrán un régimen escalafonado conformado por ocho categorías. El docente ingresa en la categoría inicial (1) y puede ascender una categoría cada tres años concursando con su credencial de puntaje, siempre que haya sumado un puntaje predeterminado que implique la realización de capacitación y actualización. La capacitación será requisito para los ascensos y el estado la garantizará como parte de la jornada laboral.
Se modificará en el régimen docente sustituyendo las horas-cátedra y se implementará el sistema de docentes por cargo con dedicaciones y se incorporará la figura de maestro y profesor integrador-articulador y la del alumno ayudante.
Los comedores escolares dejarán de estar a cargo de personal docente y se reemplazarán por un Servicio de Asistencia Escolar anexo a cada establecimiento, que comprenderá comedor, servicio de enfermería, vacunador y guardería, etc.
El gobierno del sistema estará a cargo de consejos escolares, consejos departamentales, consejos provinciales y un Consejo Federal de Educación, todos conformados por representantes del gobierno, de los docentes, padres y estudiantes. En las provincias y a nivel país el organismo educativo tendrá el rango de ministerio.
La elección de los miembros en representación de docentes, padres y estudiantes de los consejos en los distintos niveles se realizará mediante asambleas, primero en forma directa a nivel establecimiento y en las siguientes instancias mediante asambleas de delegados.

13/8/09

Soja. Ese yuyo maldito

Por Rubén Bourlot
En los albores del siglo XXI nos encontramos debatiendo temas que venimos arrastrando desde hace dos siglos. El modelo exportador de materias primas a cambio de manufacturas ya despertaba la inquietud de nuestros patriotas fundadores como Manuel Belgrano, que en sus escritos económicos propiciaba la incorporación del trabajo local a las materias primas.
El modelo agroexportador impuesto a mediados del siglo XIX con la ampliación de la frontera agropecuaria y la incorporación de mano de obra inmigrante nos convirtió en el “granero del mundo” pero no por ello el país alcanzó un nivel de desarrollo pleno con el logro del bienestar de sus habitantes.
Las rentas de las exportaciones favorecieron a un sector muy reducido de la población que se concentraba en las cercanías del puerto de Buenos Aires y en algunos núcleos urbanos del resto del país.
Pero la buena estrella del modelo pronto se eclipsó por las sucesivas crisis internacionales que tiraron abajo los precios. Nuestra dependencia de mercados cuyas variables no manejamos se reflejó claramente y no obstante los gobiernos poco hicieron para cambiar el modelo. Hubo algunos intentos muy tímidos de desarrollar la industria manufacturera de sustitución de importaciones y no se propició el incremento del mercado interno, verdadero motor del desarrollo. Recién cuando se desataron las guerras europeas del siglo XX, que dejaron de proveernos manufacturas, impulsaron la industria de sustitución. No había más remedio que ponernos a fabricar nuestras herramientas, vestimentas y alimentos.
A mediados del siglo, el modelo peronista intentó impulsar un viraje hacia la industrialización que se frustró tras el golpe de estado de 1955.
Hoy la producción sojera representa el modelo agroexportador que nos mantiene dependiente de los vaivenes del mercado exterior y no incorpora un valor agregado sustancial. La industria de la maquinaria agrícola, que aporta puestos de trabajo, depende también del mercado externo. Desde el estado no se implementan estrategias para aprovechar la coyuntura favorable e impulsar un modelo industrial autónomo. La política oficial se limita a recaudar, mediante las retenciones, para realizar una distribución improductiva, sin ninguna planificación estratégica.
Hoy el productor siembra soja porque es la actividad que le reditúa. Si mañana aumenta el precio del trigo se orientará hacia ese cultivo. No podemos pedirle al productor que diseñe estrategias a largo plazo porque no maneja las variables económicas. Esto le compete al gobierno.
La soja, ese yuyo maldito no es mas malo que el trigo, el maíz o las vacas. Todo depende de cómo se maneja. Todo monocultivo afecta los suelos así como afectan los agroquímicos cuando se utilizan si control. Pero también afectan a nuestra economía la dependencia del manejo monopólico de la genética o de los agroquímicos como el glisofato patentado por un laboratorio multinacional.
La soja como una mancha de aceite invadió los territorios agrícolas en desmedro de la ganadería, de los tambos y de otros cultivos, y también amplió la frontera agropecuaria a costa de las escasas áreas naturales que nos quedan. Como sucedió en otros países de América Latina, el monocultivo amenaza con sustituir la producción de alimentos para el consumo interno. Así sucedió en una época con la caña de azúcar en el Brasil, el café en Colombia y otros países, que se encontraron obligados a importar alimentos de origen agropecuario porque sus tierras estaban ocupadas con los cultivos de exportación.
Corresponde al estado la planificación económica con una decisiva intervención en el comercio exterior, el crédito y la distribución de la tierra. Sin dudas que surgirán voces de alarma ante medidas de este carácter porque nos han educado con el manual de los mercaderes que solo les interesa que nuestro país sea un proveedor de materias primas y un comprador de manufacturas, con un nivel de consumo interno deprimido. No vaya a suceder que nos comamos todo lo que producimos.
Una correcta distribución de los suelos cultivables y del crédito permitiría que los verdaderos productores trabajen la tierra y no sigan convirtiéndose en dependientes de los contratistas y pooles de siembra. El acceso al crédito, la organización en cooperativas para la compra de maquinarias, la formación de un fondo anticrisis y la fijación de precios sostén garantizados por el estado serían soluciones de fondo. Para ello es imprescindible la planificación a largo plazo que incluya la creación de una compañía estatal o mixta de comercio exterior. Los liberales pondrán el grito en el cielo pero, como vemos, las soluciones liberales siempre fracasaron. Entonces por qué no probar otra fórmula.
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